por Carlos Valdebenito Avendaño – CE5VAO
El Campanil, cortándose sobre los oscuros pinares y en el luminoso raso del firmamento, es bello. Será siempre bello. Va a ser el símbolo universitario por excelencia, signo de rectitud y elevación, columna que difundirá en las almas goce, placidez y serenidad, flecha que apunta a la altura, como la filosofía, donde más allá de las nubes que amedrentan, triunfa la claridad celeste, así se expresaba don Enrique Molina Garmendia, en octubre de 1943, poco después de haber sido construido el campanil de la Universidad de Concepción.
Campanil Universidad de Concepción (antigua)
Fue precisamente él, quien altamente impresionado por las características de la Universidad de California, en Berkeley, esgrimía la idea de una «ciudad universitaria», una Universidad parque, abierta a todo visitante y en la que se levantara imponente un Campanil.
Campanil Univerisad de California, Berkeley
Así, en una descripción que hace de la Universidad de California, dice: «…se alza el hermoso, blanco y altísimo campanil de la Universidad, como un faro espiritual, como un emblema del benévolo señorío de la cultura universitaria. Desde casi todas partes del pueblo se ve el campanil, se ve desde San Francisco y se ve desde Oakland, otra gran ciudad vecina; y el viajero que no sabe su camino puede orientarse por la superior enseña de la Universidad».
Fuertemente motivado, entonces, por la apariencia física de las universidades norteamericanas, en marzo de 1941, don Enrique Molina presentó la propuesta de construcción del Campanil de la Universidad de Concepción al Directorio de la Corporación, siendo aprobada por la unanimidad de sus miembros. A partir de dicha aprobación, el Directorio solicitó al arquitecto Enrique San Martín proyectos de Campanil suyos o de otros arquitectos, a raíz de lo cual San Martín adjuntó al diseño que previamente había presentado el arquitecto Julio Ríos Boetigger, otros dos proyectos suyos y uno del arquitecto santiaguino Alberto Cormaches.
«El proyecto de Cormaches -como también el de Ríos Boetigger- era avanzado, futurista y muy influido por la arquitectura más vanguardista, de manera que no gustó a los directores ni a don Enrique Molina. La verdad es que no se ajustaba a la imagen de los edificios de la ciudad universitaria ni a la idea que el Rector había traído desde la Universidad de California, que correspondía más bien a un campanil de estilo italiano» -más específicamente al estilo del Campanil de la Plaza de San Marcos en Venecia-, relata el Decano de la Facultad de Arquitectura, Jaime García Molina, en su libro El Campus de la Universidad de Concepción: su desarrollo urbanístico y arquitectónico».
«Los dos proyectos de San Martín, en cambio, eran más conservadores y ajustados a la arquitectura del conjunto. De estos, el Directorio eligió uno, el más clásico, que además se ajustaba con la imagen del Campanil conocido por el Rector Molina en la Universidad de California, en Berkeley».
Campanario Plaza San Marcos, Venecia
La construcción de esta gran obra arquitectónica se encargó al Constructor Civil, Juan Villa Luco. Se hizo de concreto armado, con 42 metros y 50 centímetros de altura, con escaleras en su interior y un balcón en la parte superior.
Terminado en 1943, con un presupuesto de $994.630 de la época, fue inaugurado en los primeros meses de 1944, junto con el proyecto Casa del Deporte. Al comienzo se permitía a los visitantes subir hasta el balcón del Campanil, práctica que se abandonó más tarde como una manera de preservar en mejor forma la estructura del Campanil.
Tras haber estado treinta y siete años en el cargo de rector de la Universidad, Enrique Molina fue reemplazado por el abogado David Stitchkin en 1956. Al primer mes de asumido el cargo, el nuevo rector hizo presente al Directorio la necesidad de desarrollar un Proyecto de Reestructuración docente y con ello la ampliación el campus universitario, que permitiera captar, con la creación de nuevas carreras y cursos, «las vocaciones y preferencias que ahora se pierden irremediablemente» -decía-, producto de la incapacidad de las Universidades chilenas de «recibir a todos los egresados que, año tras año, le va entregando la educación secundaria». Con este fin, Stitchkin solicitó al arquitecto y urbanista Emilio Duhart un plan regulador, que comenzó en 1957 y que en 1958 fue presentado al Directorio, considerándose como base la construcción del Foro de la Universidad, a los pies del Campanil.
Para el cincuentenario de nuestra Universidad, en 1969, se realizó el Primer Concurso de Canto Universitario, en el que la alumna de francés Josette Darmendrail presentó su canción «Campanil», cuya letra versaba:
«Los he visto desde mi alto mirador estudiar con afán y en complicidad fugaz esperanzas he escuchado sollozar.
Ilusiones que se van, alegría en carnaval o la rosa que algún llanto deshojó. Todo viene a renacer junto a la frescura del aromo que vuelve a florecer.
Mi secreta campanilla se hace voz y al cruzar el confín, enlazada va también la silueta de este viejo campanil…»